jueves, 26 de marzo de 2009

Los parises


He estado fuera algunos días, concretamente en París (la ciudad de la luz, sobre todo por la noche). Que estuve haciendo el turista, vamos.

Recorrí, junto a tres compañeras del curso de francés, algunas cañadas reservadas a los japos y a los españoles algo gritones.

Mucho que ver tienen los parises, y demasiado espacio para que las fotos capten a la vez el cielo crepuscular, la Tour Eiffel, Trocadero y la compi haciendo posturitas en primer plano.

Pero es cierto que viajando se aprende. Se aprende a valorar el silencio, el no hacer colas, la rutina de la vida cotidiana (con tu sofá incluido), la compañía de tus mascotas (aquí incluyo al marido) y todas esas cosas de las que normalmente renegamos.

También se descubren personas encantadoras que nos desvelan nuestras manías y recovecos, porque lo bueno de viajar es que, viendo todos los paisajes, destapas los tuyos propios.

Y, ahora termino, pero seguiré con alguna anécdota y varios cotilleos, firmemente apoyados por alguna de las cientos de fotografías que hicimos.

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